Libro de horas de Étienne Chevalier
Una simbiosis del arte europeo
El artista: Jean Fouquet
Étienne Chevalier, tesorero de Francia bajo el reino del rey Carlos VII (1422-1461), fue probablemente uno de los primeros mecenas de arte en ese país, que reconoció el talento del joven pintor recién regresado de Italia y marcado por dos culturas: Jean Fouquet (alrededor de 1420–1480).
Por un lado, su estancia en Italia le abrió la puerta a las nuevas corrientes del arte florentino, y estas influencias italianas están presentes de modo determinante en el Libro de Horas de Étienne Chevalier. Simultáneamente, Fouquet sigue también las tradiciones del norte, que se manifiestan en las vibraciones de la luz de sus cielos, la iluminación suave de los personajes, la arquitectura y el paisaje.
Esta magnífica obra maestra fue reconocida como tal muy pronto; desde el siglo XVIII sus incomparables miniaturas están repartidas por todo el mundo. No fue hasta esta perfecta edición facsímil, fiel al original, cuando se pudieron reunificar todas las hojas conocidas actualmente del Libro de Horas de Étienne Chevalier.
Un destino desconocido hasta ahora
Gran parte de la historia de este famoso manuscrito se desconoce hasta la fecha. Es probable que la obra maestra quedase en propiedad de la familia, hasta el último descendiente directo de Étienne: Nicolas Chevalier, Barón de Crissé (1562-1630). En algún momento posterior, el manuscrito desaparece en las tinieblas de la historia.
Lo que sí sabemos es que las “imágenes” se aplicaron a tablillas de roble, en las que todavía encontramos la etiqueta del carpintero y enmarcador parisino Basset, que desarrolló su actividad a finales del siglo XVIII en París. En 1891, el Duque de Aumale adquirió un total de 40 miniaturas de la herencia del gran coleccionista alemán Georg Brentano. Desde entonces, éstas se conservan en Chantilly; mientras que el resto de las hojas sueltas están repartidas entre diferentes bibliotecas de todo el mundo.
En 1981, Christopher de Hamel identificó dos folios adjuntos como únicos testigos de las páginas de texto originales del Libro de Horas que se creían perdidas para siempre.
Un nuevo concepto de miniaturas
Cada una de las 47 miniaturas es un mundo aparte. La inspiración de Fouquet se demuestra en sus innovaciones; en la distribución de las páginas, resultado de sus conocimientos extraordinarios, mediante la que reinterpreta las escenas de una forma sin precedentes: algunas conocidas por sus contemporáneos y otras no tan frecuentes. En la misma extensión, Fouquet introduce elementos que hacen referencia a acontecimientos de su época.
Las miniaturas aparentan cuadros monumentales y aun así, estas pinturas de acabado distinguido encajan en los marcos dorados, ricamente adornados con elementos florales. Fouquet logra aprovechar al máximo el espacio disponible para trasmitir de forma exacta el mensaje que su mente artística ha ideado, utilizando también el espacio reservado para las iniciales y las primeras líneas de texto. De esta forma, el texto se convierte en letreros al estilo trompe-l ́œil o en cintas rojas o azules en la parte inferior de las miniaturas. Aunque estas formas no son nuevas, Fouquet da un paso más complementando el tema principal con estos letreros y cintas, y creando así un plano inferior de la imagen en el que coloca figuras que refuerzan la escena principal.
La obra maestra
de Jean Fouquet
Las 47 miniaturas de la mano de Jean Fouquet, que originariamente formaron parte de un libro de horas completo, fueron reconocidas muy pronto como una de las mayores obras maestras de la iluminación de libros en Occidente. Ya en el siglo XVIII, se extrajeron las hojas con las miniaturas y se perdieron casi todas las páginas de texto.
Impresiona especialmente la realización fantástica y delicada de las miniaturas, que mezclan las influencias italianas y flamencas en una obra de arte única. Esta edición vuelve a reunir por primera vez desde hace siglos las hojas repartidas entre ocho colecciones.