Una epopeya ilustrada sobre la vida de Cristo
La apoteosis de la pintura de libros
Como ningún otro artista, Simon Bening es sinónimo de la pintura de libros en sí misma. Entre sus clientes y promotores se contaban príncipes seculares y eclesiásticos, reyes y emperadores, para los que la escuela de Gante y Brujas era el más grande e inconfundible paradigma del arte de la decoración de libros, en una época en la que el libro manuscrito ya había sido desbancado por la imprenta. La pintura de libros alcanzaría su apoteosis de la mano de Simon Bening.
Un total de 64 fantásticas miniaturas del gran maestro, pintadas entre 1523 y 1526 en pergamino, con un formato de 7,2 x 5,3 cm, aparecen reunidas en cuatro tablas gráficas. Sus marcos de madera dorada presentan un formato de 33,8 x 27 cm. Por esta densidad ilustrativa, y sobre todo por su forma de presentación, el Cuadríptico Stein constituye una pieza única hasta el momento y muestra en un espacio muy reducido todo el saber de Simon Bening, alabado ya en vida como ”el mejor maestro de la ilustración de libros de Europa“.
Finalidad y promotor: enigmas sin resolver
Del mismo modo que sigue siendo un enigma su adquisición, hasta hoy sólo se puede especular sobre el destino de estas imágenes de altar. ¿Fueron concebidas como ilustraciones para decorar un libro de oración o devocionario? No se conoce, sin embargo, ningún texto de la época que pudiese corresponderse con ellas. ¿O servían para coleccionarse en un álbum en forma de hojas sueltas, como corroboran las grandes diferencias en su estado de conservación?
El único dato cierto es que estas tablas, ya en su formato actual, no volverían a emerger de las tinieblas de la historia hasta 1886, con motivo de la venta de la colección del comerciante de arte parisino Charles Stein. Parece que no fueron presentadas de este modo desde un principio. Las investigaciones han mostrado que los marquitos de madera que rodean a las diversas miniaturas se ejecutaron empleando una técnica que no resultó posible hasta finales del siglo XIX.
Las miniaturas se exhibieron en 1888 en una exposición de Bruselas, para desaparecer de nuevo, quizá en una colección particular. Sería ya en 1913, cuando aparecieran de nuevo en un envío al magnate de los ferrocarriles Henry Walters de Baltimore.
Una obra de increíble densidad
La primera de las cuatro tablas ilustra en primer lugar la Leyenda Mariana y narra a continuación el nacimiento y la infancia de Jesús. La siguiente tabla muestra 16 ilustraciones decoradas con oro que nos llevan desde el bautizo en el río Jordán hasta el escarnio de Cristo. El espectador asiste después a la Pasión propiamente dicha y a la muerte de Cristo en la cruz, plasmadas de un modo impactante empleando unos colores muy llamativos. La última tabla muestra finalmente una secuencia de imágenes que va desde el descendimiento de la Cruz hasta el milagro de Pentecostés para regresar, como si de una narración marco se tratase, a la vida de María, a su muerte y su ascensión. El broche final lo pone el Juicio Final. El “Cuadríptico Stein“ constituye uno de los ciclos ilustrativos más amplios y elocuentes de finales de la Edad Media sobre la vida de Jesús.
Y es que Bening no narra aquí sólo una historia. Las 64 miniaturas están repletas de sutilezas iconográficas y ambigüedades; las imágenes muestran amorosas representaciones de objetos cotidianos y sobre todo emana de ellas una gran vitalidad, plasmada en emociones fuertes, en los gestos y las expresiones de los rostros. La historia de Jesús se narra de un modo muy expresivo que logra conducir al espectador a través de la composición gráfica a una comprensión más profunda del milagro de la Resurrección de Cristo. También el aspecto humano que encierran la vida y la Pasión de Cristo y que culmina con su generoso sacrificio, acompañado por unas emociones perfectamente naturales, se pone de manifiesto claramente en la obra de Bening.
64 extraordinarias miniaturas de la vida de Cristo reunidas en un altar flamenco
Cuando se habla de miniaturas se suele pensar en las fabulosas ilustraciones de manuscritos como los que ha producido el arte europeo con el paso de los siglos. Tanto más sorprendente y fascinante resulta por lo tanto esta obra maestra al contemplarla por primera vez. Por su aspecto físico nada tiene que ver con los mencionados manuscritos y, sin embargo, ha pasado a la historia como una de las mejores obras del que podríamos considerar como el más célebre pintor de miniaturas: hablamos del Cuadríptico Stein de Simon Bening.