Una de las miniaturas del llamado Evangeliario Bizantino
Tetraevangeliario, Constantinopla, siglo XII
En sus “Hechos de los Apóstoles”, para los que se emplearon numerosas fuentes, Lucas se revela como un historiador sensible y fiable de la época precristiana, pero también como apóstol vocacional de la fe cristiana, especialmente de la fuerza y acción del Espíritu Santo.
A diferencia del cambiante arte occidental, el bizantino mantuvo desde el siglo VII, casi sin transformaciones, la estampa del Evangelista sentado en su escritorio o atril. La intensidad de su mirada muestra su profunda concentración intelectual en lo que está a punto de poner por escrito. Aquí se mantuvo imperante la imagen griega del “ser humano”, siguiendo el modelo de los retratos de los literatos de la Antigüedad.