Un erudito sentado frente a su atril
Un amplio y reluciente fondo de oro, introducido desde la segunda mitad del siglo X en la decoración bizantina de libros en lugar de los fondos plásticos de tipo paisajístico, realza no sólo el valor de la representación, sino que simboliza también la esfera de la “iluminación” y de la entrega a Dios. El Evangelista, ataviado con vestimentas amplias y luminosas, se encuentra sentado en un taburete, sobre un cojín rojo decorado con elegantes bordados, mientras sus pies descansan sobre una tarima algo elevada. De esta manera, San Lucas puede apoyar cómodamente en su regazo el gran códice de pergamino, que desde el siglo IV constituía la forma perfeccionada y más usual de conservar los escritos, y escribir en él su texto con la pluma.