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Poemas de origen incierto convertidos en piezas musicales

Todo el mundo ha escuchado nombrar a los Carmina Burana, la cantata escénica creada por el compositor alemán Carl Orff en los años 30. La composición es conocida sobre todo por su famoso fragmento ‘O Fortuna’, utilizado repetidamente en el cine épico o histórico. Pero ¿cuál es el origen de su texto?

Tenemos que remontarnos a la Edad Media para dar con el códice que alberga estos ‘carmina’ (‘poemas’ en latín). Y desplazarnos al sur de Alemania, donde se descubrió el manuscrito con los versos en la abadía Benediktbeuern. Su región, ‘Bura’ en latín, le puso al adjetivo ‘burana’ a estos poemas. En este idílico lugar, Johann Christoph von Aretin encontró en 1803 el que ahora es el ‘BSB Clm 4660’ en la colección de la Biblioteca Nacional de Baviera (Múnich). La institución ha digitalizado el Carmina Burana para hacerlo accesible al gran público, sin importar en qué lugar del globo se encuentre el bibliófilo que quiera saber más sobre esta obra.

[img1] Monasterio de Benediktbeuern (fuente münchen.de)
Monasterio de Benediktbeuern. Fuente: münchen.de
Los expertos desconocen el origen exacto de los Carmina Burana, que no fueron escritos en el mismo monasterio en el que fueron descubiertos. Se sospecha que proceden del sur del Tirol y que desde allí fueron llevados a la Benediktbeuern, perteneciente en aquella época a la orden benedictina. Con la secularización del siglo XIX, el manuscrito se trasladó a Múnich, donde hoy se conserva.

¿De qué hablaban los Carmina Burana?

El contenido de este manuscrito, que se remonta a los siglos XII y XIII, está formado por 318 textos, aunque algunos se han perdido por el largo camino de los siglos. Por suerte nos ha quedado una gran mayoría de ellos. Casi todas sus rimas están escritas en latín pero también encontramos fragmentos en alto alemán medio (ancestro del alemán actual) y en francés.

Al principio del manuscrito aparecen poemas de carácter moral y satírico. La crítica se dirige a todas las clases sociales, con mayor dureza hacia la nobleza y el clero. Esto supone una clara excepción dentro de la tendencia medieval en la que se escribían fundamentalmente obras religiosas. La provocación continúa con los siguientes poemas, de tema amoroso, que conforman el grueso del manuscrito: este grupo de Carmina Burana nos habla de los placeres terrenales, el amor carnal, o el goce de la naturaleza.

[img2] BSB Clm 4660 Miniatura que representa el amor carnal
Miniatura del manuscrito, representando el amor carnal.
Para rematar el códice se reunió una serie de poemas que elogiaba la bebida y explicaba juegos y chanzas.

[img3] BSB Clm 4660 Miniatura que elogia la bebida y el juego
Miniatura del manuscrito elogiando la bebida y el juego.
No se tiene constancia de la persona que encargó o realizó esta compilación de poemas. Sin embargo, se cree que algunos de ellos pertenecen a autores del siglo XIII como Otto von Botenlauben (muerto en 1244), Walther von der Vogelweide (en 1230), Reinmar (cerca de 1210) o Neidhart (alrededor de 1240).

Miniaturas de gran riqueza para iluminar una valiosa obra

El manuscrito de los Carmina Burana fue profusamente decorado por su autor o autores. Cada una de las ilustraciones se ajusta al contenido del poema en cuestión y le aportan un valor artístico incomparable.

Llaman la atención las iniciales en color rojizo que se distribuyen a lo largo del texto, algunas de ellas (las de forma redondeada) adornadas con una cara.

[img4] BSB Clm 4660 Inicial con cara
Inicial con cara.
Pero sin duda las más impresionantes son las miniaturas que ocupan una página entera. El códice nos presenta, por ejemplo, la llamada Rueda de la Fortuna, que acompaña al famoso poema que después musicalizó Carl Orff.

En ella la diosa Fortuna, relacionada en la mitología romana con la suerte (aunque también con la fertilidad) aparece sentada en el medio de una rueda con un pergamino vacío en cada mano. Otras cuatro figuras se encuentran alrededor de la rueda; la superior representa buena suerte, mientras que la inferior sufre los castigos de la diosa.

El poema al que acompaña describe cómo Fortuna hace girar la rueda a su antojo para aliviar o para oprimir a los hombres. Así, dice el poema, la suerte puede hacer que perdamos la salud y la riqueza con sólo girar su perversa rueda. “Quod per sortem / sternit fortem”: “porque la suerte / derriba al fuerte”, dice un verso. Un tema atemporal que preocupaba a los seres humanos ya desde la Edad Media y sigue estremeciéndonos hoy, bien sea contemplando la miniatura o escuchando el apabullante ‘O Fortuna’ de Orff.

Los Carmina Burana son un ejemplo más para comprobar cómo el arte viaja a través de los siglos para acompañarnos, describir nuestras inquietudes y deleitarnos.

[img5] BSB Clm 4660 Rueda de la fortuna
Miniatura del manuscrito. Rueda de la fortuna.
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